Para esta editorial tengo que elegir hablar de la modelo o de los caballos; con sinceridad la modelo no es alguien de quien quiera hablar (tampoco hay mucho que decir), así que me parece que la temática que acompaña esta editorial será nuestro tema a tratar.
Estamos en Agosto, mes para elevar cometas, mes de transición climática, mes de buenos vientos, y también mes en donde los Pereiranos celebran sus “gloriosas” fiestas de la cosecha. La administración del alcalde actual prohibió la cabalgata, cosa que agradecemos gran parte de los ciudadanos, al no tener que exponernos a cierres de vías y en general al caos que ocasiona este desfile a la movilidad de la ciudad. Notese que escribo desfile por que siempre he insistido en la diferencia que hay entre una cabalgata, y un desfile a caballo. Y lastimosamente, nosotros tenemos el segundo.
La equinocultura como cualquier cultura/hobby/actividad tiene sus activistas y dignos representantes. Como en todo tipo de eventos, hay caballistas de corazón y también gente loruda. Los estereotipos son claros, la prepago con caballo prestado, el manteco borracho encima de un jinete, el chirrete, el que le pone bafles a sus animales etc, etc, etc. Lo curioso es que Pereira ah aprendido a rechazar este tipo de actividades, seguramente es por tanto “animalista” de redes sociales, de esos que empiezan a proliferar sin una razón aparente, hoy son ese comentario mas de apoyo, ese denunciante de maltrato animal, ese que comparte contenido protector a las mascotas. Mientras que en las noches sube videos de parrilladas, asados y comidas en donde se somete a juicio con los del movimiento vegano. Un círculo de intolerancia sin fin que mantiene a todo el mundo “arisco” en plenas fiestas.
Nunca le he creído a las fiestas de Pereira, pero no por que no quiera, si no por que no conecto con ellas. Las actividades son aburridas, todos los eventos son producto de una “rosca” de hace muchos anos, y en realidad los asesores disque “culturales” son personas que nunca ha salido del país y a duras penas terminaron el bachillerato. Entonces los eventos son igual de básicos que su nivel de cultura.
Pero me siento mal por aquellos que esperan un año para mostrar sus ejemplares equinos. Digo, esto debería pasar pero en otras condiciones. Tal vez de una manera mas elaborada, donde no tengamos que ver tanta blusa pezonera y tanta silicona forrada en denim. Tengo amigos(as) que se gastan un dineral en el mantenimiento de su caballo, gente que de verdad se toma las cosas en serio y lo ultimo que les interesa es lucir su ultima cirugía estética o sus gafas de sol replica triple A.
Estando en Italia pude enterarme que una de las pasiones de Leonardo da Vinci era dibujar caballos. La primera vez que Leonardo se enfrentó artísticamente con un caballo fue en marzo de 1481 (tenía veintinueve años), al encargarle los monjes de San Donato en Scopeto, cerca de Florencia, que pintara el retablo del altar de la capilla del convento… es decir, cuando comenzó La Adoración de los Magos y se planteó la perspectiva del fondo. Porque ahí aparecen (dibujos de los Uffizi) sus primeros caballos, incluso su preocupación por los diversos movimientos de este animal. Como puede verse en cualquier reproducción de la obra, son unos caballos violentos e indómitos, apuntes claros de cualquier ejemplar “toscano».
Me hubiera gustado crecer en ese periodo renacentista, o tal vez vivir en un lejano oeste, de seguro podría ser un gran jinete o un buen criador, quien sabe. El salvajismo de estos animales y su domesticación me recuerdan las capacidades humanas, sobre todo esa de adaptarse a cualquier entorno. Son animales increíbles, nobles, elegantes, bellos. Bien lo expresaba Masaoka Shiki cuando decía que para cruzar el río en el verano, necesitas un puente; Pero el caballo pasa por el agua.
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Andres Franco
Soy empresario por condición, comunicador por vocación y productor audiovisual por profesión. Soy de carácter fuerte, no me pongo con "maricaditas". Concreto, puntual y certero y 100% fiel a mis convicciones. Tengo fama de ser un Hij%$&^ta por que suelo decir las cosas de frente, entre muchas otras famas.